Del desgarro al perdón
Cuando el dolor se convierte en rabia, es cuando la ira explota por la insatisfacción que genera la dolencia no sanada. Ella construye los gritos del odio, desprecio a quien causo la afectación, causando consigo amarguras que tan difíciles son de tratar. Llantos qué comunican el rencor del ser doliente que camina con un agudo desgarro que no encuentra maneras de curar. Herida infectada que poco a poco carcome todo lo que rodea, la temperatura del cuerpo se consume en fuego que no sabe de treguas. Perdón palabra que se desprecia, olvido no es factible cuando la historia se marca con sangre, dolor y maltratos. Marcas que quedan cicatrizadas en la piel del alma que no pueden siquiera ocultar con algún superfluo tatuaje, ahí quedarán, siempre estarán en el trayecto de quien aborrece los trágicos momentos del ayer. Convivir con los vacíos, con las sonrisas negadas, los abrazos de volverse a reencontrar que no sucederán, mirar al cielo y llenarse de interrogantes que tal vez jamá...