Dos
Dos que caminan tomados de las manos, unidos en las miradas, aferrados al amor que envuelve las sonrisas de los que sin lugar a la pausa disfrutan de la conjunción de sus pasos.
Dos que comparten sus experiencias, anécdotas del diario vivir, anhelos que se entrelazan en las manos, dedos que sienten, brazos que se levantan para animarse, voz del corazón que convoca a seguir la senda del bien amar.
Dos que se envuelven en los sueños de vivir agradecidos de los espacios del ayer, creciendo juntos, uno con otro, uno por el otro, sostenidos en el dador de la vida. Unidad convivida por dos que son el resultado del uno más uno.
Dos que se levantan en cada amanecer, la luz del día alimenta el esfuerzo de observarnos, escucharnos, respetarnos, animarnos y fortalecernos en la Gracia.
Dos que abundan en complicidades, locas aventuras, imborrables situaciones que serán parte de la ruta recorrida, marcas que no podrán borradas por el pasar del tiempo.
Dos que enrolados van y se dejan llevar, no hay nada que no tenga sentido, sentidos que aprenden en cada momento, movimientos de piernas que corren al encuentro de labios que sienten la pertenencia del uno en los complementos unificados del otro.
Dos agradecidos, validando el propósito de la predestinación, para ser guiados por sus manos al encuentro de dos seres diferentes, absolutamente desconocidos el uno del otro, dislumbrantes del porvenir de la unificación.
Dos que ríen, dos que lloran, dos que disfrutan de una buena historia, dos que reconocen una noble película, dos que se deleitan en una hermosa puesta de sol, dos que recogen flores, dos que silencian para escuchar las bellas aves, dos que degustan del buen café, dos que se deleitan de sus buenos sabores, dos que aprecian la convivencia de los colores, dos que depuran sus oídos ante la buena música, dos que felices van tomados de las manos, dos que sueñan cada día.
Porque dos se sostienen mejor en cuerda de tres.
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