El momento refleja el estado y la luz expone su condición. Abierta esta la cortina que nos permite ver el objeto descubierto.
Al descubierto lo cubierto, permiso para contemplar, ¿existe el tiempo para detenernos a conocer lo anteriormente oculto?
Hay un interés muy profundo en revelar el secreto, en publicar lo privado, aquello que debe mantenerse donde corresponde estar, moverlo del lugar sería deslizar las confianzas.
Buscar, escarbar lo intimo, esencialmente particular, en el rincón de lo propio, que necesariamente tiene un espacio en lo no comunicable. Interrogar, supuesta preocupación o verdadero deseo de escarbar en los pasillos del ser, entrar y privar de la privacidad.
Involucrarse en las habitaciones de otros, invadir la precaución del que teme al comentario, que vuela cuando logra ver la peligrosa preocupación, que sutilmente aborda la confianza y que velozmente la quebranta.
Ahogando la credibilidad e inundando de miedos al que corre despavorido de las sombras del que siembra odio y cosecha lenguas torcidas.
Acciones peligrosamente intencionadas, llamadas e invitaciones al pantano del saber conocer y luego saber publicar.
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