La Muerte y los muertos

Unos se matan en las calles, otros se matan en los corazones

Unos se desprecian con las miradas, otros con los pensamientos. 

Unos asesinan con sus palabras, otros con sus indiferencias. 

Unos se muerden con dientes, otros con sus respuestas. 

Unos se matan de frente, otros los hacen por la espalda. 

Algunos se asesinan en el momento, otros en momentos. 

Unos se matan violentamente, otros lo hacen lentamente. 

Algunos mueren espontáneamente, otros mueren planificadamente.

Algunos asesinatos son circunstanciales, otros, sin embrago, ligeramente pensados.

El homicidio no es sólo un acto físico, es un acto que se fragua en la amargura del corazón que ha cometido un crimen emocional, dando pie al asesinato final.

Algunos mueren en las veredas,  otros en hospitales.

Algunos mueren en la línea, otros en las rocas.

Algunos fallecen en el silencio, otros en medio del escándalo.

Algunos parten sin dejar rastro, otros marcan por todos lados su final.

Algunos cierran sus corazones sin dejar suspiros, otros un mar de emociones, entre lágrimas y sonrisas.

Algunos murieron en el ayer, otros lo hacen ahora y otros seguirán en el mañana.

Algunos muertos transitan en las grandes vías, otros se esconden de la vida que tanto olvidan.

Morir tiene muchas implicancias y connotaciones.

Algunos mueren honestamente, otros con las mentiras.

Algunos muertos reciben aplausos, otros un olvido.

Algunos se van con agradecimiento, otros se llevan las amarguras de la inconformidad.

Para algunos la muerte es el comienzo, para otros el final.

Unos la esperan con alegría, otros la odian y escapan de ella.

Algunos mueren con una sonrisa, otros con una lágrima.

Unos mueren en armonía, otros en la guerra.

Para algunos es una pérdida, para otro una anhelada ganancia.

Algunos tienen claridad lo sucederá después de ella, otros un mar de dudas.

Ella llega de un momento a otro o viene con nosotros desde la concepción.

Aparece de día, nos visita en el medio día, se queda en la tarde y nos acompaña en las noches.

El Ser Humano  viaja desde la concepción a la culminación del mundo presente, nace con la manos apretadas, con los brazos se aferra a la vida, pero la muerte tiene una fuerza que nadie puede equiparar.

Lo que todos sabemos, los unos y otros es que no podemos eludirla.

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