La paz y algo más

Quien ama la paz buscará espacios donde ella sea expresada y la  guardará de ser violentada.

Quien cree en ella la estimulará, el ejercicio de su presencia es el manifiesto del amor. 

Quien la enseña debe vivir con su dulzura, quien la anhela debe cuidarla y  hablarle con quietud y no llamarla a gritos, porque entonces huirá de las agresiones que lastiman sus hermosos colores. 

Quien asume su representatividad deberá declamar su pureza, sus miradas deberán expresarla, sus palabras deberán recitarla, sus manos deberán enseñarla, sus actos deberán manifestarla, siempre acorde al rol del bienaventurado pacificador. 

Ella no es un signo o icono cultural, no se encierra en un círculo y aunque algunos creen que es la conjugación de dedos, los cuales enseñan algún tipo de gráfico creyendo que ello traerá paz a un mundo de violentos. 

Drogarse para buscarla o aislarse para encontrarla no es la clave para descifrar su composición, ella no se esconde, su presencia es realidad para los habitantes del reino donde ella goza de plena libertad. 

Convocarla por medio de la guerra, destruir para imponerla es contraproducente, aquellos que creen que se soluciona con un botón y luego con una horrenda explosión, están plenamente convencidos que podrán encontrar la luna en el fondo del mar. 

Estimada para los que han valorado el sacrificio que hay detrás de ella, guerra continúa que opaca sus virtudes, conductas bélicas que suprimen su pureza, aún con todo ella reinará en la esencia de los que aman en la verdad y en verdad. 

No hay precio, no puede ser pagada, no se trata de tratados, quién pueda construirla sin querer aceptar su razón, no se puede disociar de su raíz. 

La ausencia de ella es la falencia del amor, donde el está, ella siempre se encontrará. 

Unidos van entonando las hermosas melodías que son un dulce concierto a los oídos de aquellos que han sido reconciliados en ella. 

Su visita conlleva perdón, sólo puede ser sazonada cuando es mezclada con la mayor de las virtudes, el amor, si es el quien la sostiene y nos mueve al siguiente paso que es pasar por alto la violencia ejercida por los habitantes de la insípida urbe del mal. 

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