La escuela de ellos y ellas




Escuela un espacio sin par, lugar que conlleva una intensidad propia de las tormentas que parecen no finalizar, quietud que conmueve, silencio que asusta, gritos que levantan sospechas, no hay otro territorio tan fructífero como el aula del cultivo.


Pasillos que han desgastado su firmeza por el pasar de los miles de calzados, afirmando el proseguir de la vida de aquellos que transitaron por la vías del conocimiento, donde las calzadas los convocaban al tránsito del descubrimiento de lo que algún día serían. 


Correr en sus patios es la libertad de los que esperan con ansias el abrir de sus puertas, marcos que afirman el entrar y salir de sus pasajeros, una estación en el crecer de los pensantes.


Las campanas suenan y retumban a lo lejos, invitando a los motivados o desganados aprendices a saborear el paladar de los aprendizajes. Lentamente ingresan a los salones, un nuevo tiempo para nadar en los saberes del pensamiento humano, viajar al pasado recuperando las piezas que nos hacen entender del por qué somos lo que somos.


Contención de emociones, resguardo de sus vidas, acompañamiento en la ruta que conlleva tropiezos, lágrimas, risas, llantos; enojos de los participantes de la encomienda recibida. 

Colocarse de pie nuevamente e intentarlo las veces que sean necesarias, significará comprender y aprender que en la existencia las pruebas y dificultades estarán presentes diariamente, evaluando el cómo responderemos y resolveremos las complejidades del vivir.


Discordias y encuentros, amistades, compañeros de paso, sombras que se enlazan en sus trayectorias, donde cada uno seguirá los surcos que trazarán sus intereses y los anhelos de alcanzar las estrellas.


Valorada, cuestionada, despreciada o mal utilizada, su razón de ser es noble en su esencia misma. Inspira solidaridad, conlleva esfuerzos, sin pasión no tiene lógica su establecimiento, no hay egoísmo en sus orígenes; utilizarla con toques políticos, es desviar su fijación e intención de contribuir en el bien de los seres que habitan temporalmente en sus habitáculos.


Nutrir el desarrollo integral, deleitarse en los progresos, desvelarse por dar con los hallazgos pedagógicos es la génesis de los mediadores del comprender del ¿cómo? y el ¿para qué? Indagando en los pensamientos del saber.


Madurar es el verbo deseado, esperarlo con paciencia es el proceso de crecimiento que todo humano deberá experimentar, esto será pieza fundamental en el andamiaje del educarse, por ello quien enseña necesita de un mar de paciencia, la espera vale la pena. Cuando todo lo referente al conocimiento y la ciencia se construye en el saber esperar.


Observarles para conocerles, acercarse para entenderles, valorarles para estimarlos porque quienes son y no por lo que serán.

Diálogos, discusiones, debates, comentarios,  análisis, imaginar crear y elaborar  conclusiones de lo ejercido. 

Saber conocer, saber entender, saber hacer, saber resolver, saber proponer, saber evaluar,  saber ser.

Brazos extendidos, manos abiertas, afectos sinceros, números no, personas sí. 


Trabajo vocación, vocación invitación al trabajo.


Cerebros también, vidas y corazones desde luego que son. 


Entregarse tiene relevancia, cuando se ama tiene otro sabor, es el mejor e irrenunciable ingrediente en la profesión de la docencia, la escuela no debe renunciar jamás en la integración de sus prácticas.


Estimular, reflexionar en que cada tropiezo es un nuevo desafío, que vale la pena intentarlo, que no se fracasa cuando no se llega. El fracaso, es cuando no volvemos en el intento de hacerlo. 


Comida, abrigo, contención y sinsabores es lo que recuerdan sus murallas. Multitudes de momentos, siempre quedarán algunas anécdotas  que serán esbozadas en las conversaciones que invitan el ayer a presentarse en las experiencias convocadas. 


Sumar, restar, operar y saber cómo hacerlo, que lindo es guiarles a entenderlo, ver los primeros pasos en las formas de las letras y la dulce melodía de las oraciones leídas, cuando descifran los sentidos de los textos y son capaces de disfrutar los colores de las artes. La música de los instrumentos mueve sus deditos, pies que siguen las notas que en algún concierto interpretarán.


Ubicarse en los espacios, reconocer la geografía de sus orígenes, describir las funciones de sus sistemas, relacionar los contenidos y darle ese nutriente que fortalece lo aprendido, transitando en todos sus latidos hasta que sus ojos se cierren, finalizando el  ciclo del aprendizaje en la supervivencia de sus razones.

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