Soldados de cartón, servidores del poder

Todos están involucrados en el mundo del caos, no pueden dejar de estarlo porque al final todos disfrutan del bienestar superficial que nos ofrece.

No se puede suplir lo que el sistema busca generar, nada de lo que vemos es casualidad, todo forma parte de un modelo que se debe implantar y no hay quien paralice las vías de producción que nos llevarán al enlatado y desahuciado estilo de vida impuesto.

Levantarse en voz y gritar contra ello y seguir viviendo en el, es una muestra de la falsedad que se consume, no hay rebeldes, lo que hay son caprichosos que quieren más de lo que tanto anhelan sus oscuros y siniestros seres.

Como cardumenes son arrastrados al mar de las modas, libres no son, aunque se jactan de una A en sus poleras y vomitan frente al capitalismo, piden dinero a quienes trabajan para la gran máquina, consumen lo que sobra, reciclan el vómito de los consumistas y esclavos de la sociedad individualista.

El color del pelo no hace justicia, lanzar piedras no aquieta las profundas necesidades de los invisibilizados de la orbe, siguen las tendencias sin saber que todo aquello es publicidad de una moda de pensamientos, para luego seguir con los ideales de vivir para consumir y ser consumidos por lo que se vive.

Las revoluciones no son esporádicas, no contienen altruismo en su núcleo, son un paso ejercido en la convocatoria de quienes maquinaron las mentes de los débiles y los enviaron a la primera línea, mientras ellos disfrutan las bondades del agrio modelo.

La élite intelectual promovidas por las economías fluctuantes, organizan a los necios y simples soldados de cartón a combatir, son recurso barato, ellos pelearan por los que un día olvidarán a sus veteranos de las esquinas, solo se pagarán los favores y lo demás, quedarán en los recuerdos que traerán el olor a bencina mezclada con los neumáticos quemados.

Entonces el mundo seguirá igual, miseria por todos lados, burbujeante corrupción,  indolencia y desprecio por los más frágiles, quienes sirven como un eslabón para llegar al trono y desde ahí alimentarlos con las migajas que caen de los banquetes que tendrán los camaradas.

Nadie es tan libre como piensa, lo que nos hace reclamar o protestar se convierte en nuestras convicciones, ello nos moviliza en pos de un credo de ideales, nos sumamos a un movimiento que no será más que un grupo que luego se acomadará al molde que tan falsamente despreciaban.

¿Cuándo habrá paz en un mundo que idea conflictos?, que financia guerras, donde los que gobiernan quieren perpetuar sus pequeños y ficticios reinos, no importa a quienes gobernamos, lo importante es imponer nuestros ideales y golpear a los que no los abrazan.

Blancos, negros, latinos, asiáticos o africanos todos comparten el desenfreno por el poder, por el somos capaces de todo, no hay precio que no pueda comprar la corona que satisface momentáneamente la sed insaciable del bebedor de sudores de los pobres sufrientes.

Ahí seguirá el ciclo de injusticias que beben del vaso quebrado por el sediento de poder.

Disidente en medio de una horda de legionarios que viven en pos del mejor postor, mentirles a los ingenuos es la obra maestra de los predicadores del populismo, paraísos terrenales no existirán, la justicia humana nunca llegará, la tan añorada equidad se diluirá por las codicia de los humanos, la paz no habitará en el corazón de los desleales, la verdad no gobernará en la ciudad que la desprecia y se abraza de las falacias del mentiroso constructor de caries mentales.

No alcanzarán la paz, no podrán si quiera verla desde lejos, ella no se siente cómoda en seres llenos de odio, que insultan la justicia, manipulando sus servicios cuando en realidad lo que tienen es odio y venganza en sus bolsillos. Bandos que no piensan en el colectivo, se hacen zancadillas buscando botar al contrincante y en ello perderán el tiempo de los cegados feligreses. 

Falsos mesías que vendrán a salvar, con datos errados, estadísticas manipuladas y con seudo-verdades para manipular a las masas que sin razón alguna correrán por una gota de agua a las urnas, vendiendo sus almas al mejor postor.

El círculo seguirá, el juego debe continuar y el ciclo del poder no se detendrá.

Ni rojo, azul o amarillo...

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