Verdad de lo aparente

Confundimos las verdades, acomodamos la realidad, escondemos las realidades.

Máscaras que encubren, que colocan personajes, caricaturas de quienes en verdad somos, de la genuina esencia del ser, que disimula con sonrisas, miradas que desvían la centralidad de lo real.

Abrazamos lo aparente, nos dejamos llevar como las aves en las corrientes del viento, como los peces en las corrientes submarinas, somos cautivos de los disfraces, oh, que fácil es ser persuadidos sin buscar los verdaderos argumentos de la verdad, entonces, perdemos la objetividad, cual ingenuo es hipnotizado por las palabras del charlatán, somos engañados por la opulencia del disfraz.

¿Qué poder hay en el engaño?, sean gatos o liebres; liebres o gatos, da igual, de todas formas somos embaucados por las ligerezas del necio corazón que nos nubla la visión, que dibuja espejismos creando burbujas insustanciales que no alimentan la honestidad. Nos lleva a las densas tinieblas del sin razón, nos deja inválidos, como quien despierta de una pesadilla, pero que comprende que ella es pieza de la realidad existente. 

Disimulamos cual actor que enseña lo que el libreto le dicta ser, actuando ante los expectantes ojos de aquellos que gozan de las ficticias realidades, seducidos por los parlamentos que tan bien dramatizan los hipócritas, sus actos y escenas, los cambios de escenografía, levantando el telón, adecuando las luces, ingresando o saliendo del escenario, el montaje que es fraguado, la historia que es horneada, el tiempo corre y el público que se convierte en elemento del melodrama, cae rendido ante la fingida sonrisa, que grita con el escándalo visualizado, que llora con las dolencias del que finge sentir, que maquilla una lágrima, esbozando una escena que refleja una realidad.

¡Oh!, mundo que paraliza la verdad, que se encubre en la maldad, que miente en la normalización del ocultamiento, manipulación de la información, creímos porque parecía verdad, caímos de aquello que habíamos construido, cayo del soporte, ¿por qué?, porque no tenía sustento, la verdad se afirma, la mentira debilita y nos lleva a la ruina, a la traición, nos encierra en la desilusión que cruelmente nos castiga, hostigando nuestras ilusiones, despedazando las confianzas y apagando la luz de lo verdaderamente creíble.  

Despertar de la realidad del engaño, descubrir las caretas, es caer en cruel precipicio que golpe tras golpe parece no tener fin; quien desinfla el globo de aquel niño que sueña con volar, romper ilusiones, destruir afectos, perjudicar relaciones, disfraces que todo lo arrancan, cual tsunami que arrastra todo a su paso, tirando al suelo todo sueño y llevando al piso lo construido. 

¡Oh! Verdad, ¿Dónde estas?, ¿Por qué te esconden?, ocultada en una sociedad que busca la mentira y que se deleita en el engaño.

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