Verdad envuelta en los miedos
¿Por qué nos callamos?, ¿Por qué guardamos silencio?, ¿Por qué se prefiere omitir?, No queremos discutir, hay algo de malo en ello, existe un problema en manifestar nuestras ideas, debatir por nuestros pensamientos e intercambiar nuestros credos, nos paraliza los miedos que provocan el ser rechazados.
Detrás de las sonrisas políticamente correctas, que no quieren ver los ojos violentos de aquellos que cultivan la intolerancia de los tolerantes subjetivos. En el rincón de los cobardes que arrancan de las confrontaciones, no quieren ser atacados con las consignas de los discursos teñidos de sangre, rabia y odio. Nos escondemos de las hordas , de los enjambres protestarios que van acallando a todos aquellos que no conjugan con sus malas conjugaciones de los tiempos, con modos subversivos que arrasan con la complicidad de los callan la verdad.
Ver a los supuestos héroes, abrazar a los cobardes que escupen su maldad, que vociferan sus mentiras, que se esconden de nobles causas, que usurpan las necesidades, que estimulan a los simples a inmolarse por motivaciones vacías y sucias. Y dónde están los que profesan la verdad, nublados en las densas tinieblas de las marchas; quemas, agresiones, cánticos con notas desarmónicas que desajustan los compases de las bellas composiciones de aquel que galopa en los agudos sonidos del amor.
Cavamos trincheras para no entrar en el campo de batalla, cada día somos bombardeados por palabras espurias, disparos de un progresismo que retrocede y avanza, que reagrupa y luego avasalla en pos sus ideales torcidos y mal intencionados.
Queremos paz, transamos porque buscamos quietud, huimos de las dificultades, levantamos la bandera blanca y nos rendimos. ¿Qué hay en ello? Simplemente cobardía, anhelamos la neutralidad, pero sabemos que tarde o temprano deberemos definirnos en pos de la verdad que nos abrazó, la cual es sustancialmente verdadera y no es variación de alguna verdad. No es una interpretación o derivación de la relatividad, la cual nos quieren hacer creer que somos parte de la barrera que impide la natural evolución al progresismo, del negacionismo de la realidad.
Seguiremos huyendo, corriendo, evadiendo los desencuentros, los debates, desaprovechando espacios de diálogos, ahí están los momentos para intercambiar los argumentos de la verdad que hemos silenciado. Quedamos perplejos, sin palabras, sin que ellas nos falten, paralizados pero no congelados, inmovilizados pero no borrados. Aunque estamos caídos en la vergüenza de nuestras conductas desertoras, cambiando la verdad por el silencio que grita por la exposición de ella, nos hacemos los sordos, al parecer nos conviene no escuchar los ruegos de la verdad. ¿Qué hacemos?, ¿creemos en la verdad?, es una realidad o tal vez una de las posibles posibilidades.
Luz en medio de tinieblas, esperanza en la desesperanza, quietud en el temblor que provocan las masas, que condicionadas marchan en pos de mentiras. Motivadas al odio, incendiando a la humanidad. Caos, anarquismo gobiernan en la ingobernabilidad. No tengamos miedo, salgamos, vivamos la Verdad, dejemos que ella transite libremente por las plazas, valles y ciudades.
Oscuras y sombrías mentes, que cautivas por la falsedad destruyen todo lo relacionado con la belleza de la veracidad.
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