La belleza de la verdad
La verdad es tropiezo para el pecador, lo hace caer del orgullo, lo bota de la ignorancia.
La verdad es luz que trae vista a los ciegos, es luz que ilumina el camino en medio de la oscuridad.
La verdad se regocija en la justicia y encamina al necio a la dulce sabiduría.
La verdad es ofendida cuando usamos eufemismos para que no afecte la sensibilidad de los insensibles.
La verdad liberta, la verdad es la expresión del amor que nos conduce a la vida.
La verdad es irrenunciable cuando reina la mentira que trata de ocultarla.
Conocerla es fundamental para degustar la dulzura del perdón que sacia al vagabundo, que errante transita en el desierto de la mentira, donde no hay vida y sólo se encuentra destrucción.
La verdad no es una posibilidad o alternativa, debe ser asumida con humildad, abrazarla es la dicha del que ha descubierto la dulce belleza que se encuentra en ella.
La verdad que es adecuada o parcelada no es la mejor versión de ella, no debemos descomponerla o reinterpretarla de acuerdo a la conveniencia del contexto.
La verdad alimenta y fortalece las conciencias, trayendo convicciones que hacen llevar adelante la mayor de las causas.
La conoceremos y seremos libres.
Verdad que brilla, llamando a los ignorantes a despojarse de sus erróneas maneras de concebirla, no hay paralelo que pueda reemplazar su loable acción.
Libertar que noble función, oh, verdad, cuantas virtudes envuelven su transcendental existencia.
Relativismo eres confrontado ante las innegables razones que aplastan su ficción y lejanía de la realidad, falacias que nublan la razón del perseguidor de las creencias.
Amarnos en verdad es la pieza de la sana conducta, estar en ella es vestirnos de amor y entender que ella se deleita en la justicia, es fundamental en los principios que afectan el diario vivir del peregrino que busca la ciudad celestial.
Avergonzarse de su presencia es una tragedia, una muestra de traición cuando no practicamos su excelencia.
Bienaventurados los que han concedido la existencia en razón de ella.
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