Sobreviviente

Sólo y herido se encuentra en medio del campo de batalla.

Desorientado sin saber que hacer, miedo a girar y dar un paso en falso, se estanca paralizado por lo despiadado del acto.

La piedad no existe, espectador y principal actor ve la cruel escena que le rodea, lo abraza con tanta violencia que asfixia sus ganas de seguir en este lado de la vida.

No hay en quien confiar, no hay en quien creer, no hay en quien afirmarse, no vale la pena enlistarse en el conflicto de los fabricantes de armas, venden muerte, dolor, humillación y desprecios al mejor postor. 

Enrolado para pelear la batalla de aquellos que fríamente construyen desencuentros, despiadada acción, calculada en cada instante, invadir, atacar y bombardear son parte del paquete de la muerte.
 
El tiempo pareciera detenerse logrando ver su breve existencia, valorando cada segundo de paz entregada, en ese momento es profundamente admirada , suspiro de gratitud que acompaña una lágrima que desborda su ojo, cayendo en picada, golpeado la tierra vilmente castigada, pólvora y mortandad la inundan.

Atormentado por el viento que levanta el despiadado olor de la mutilación, correr del lugar no están fácil, peligro eminente, espacio minado que requiere de tanto cuidado, un pie que debe flotar para no saltar en mil pedazos, difícil momento, habilidad requerida que necesita paz para pensar.

Buscar la paz, llamarla es imperativo, urgente es su convocatoria, no es miedo la razón, piedad en medio del desquicio.

Bajar las armas no es rendirse, dejar de matar no es traición, acusado de desertor injustamente es despreciado por los bandos, que no logran entender que en medio de la tormenta alguno de ellos puede ser llamado a la paz. 

Dejar la guerra no es fácil, sus marcas siempre nos acompañarán, convivir con el terror nocturno será la gran tarea del sobreviviente del mundo de los mortales. 

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