Causas y consecuencias
Manejarse hábilmente en el mundo de los tramposos es una complicada tarea, creer es peligroso en el parque de las mentiras.
Mantener limpio es imposible, todos hemos sido parte del negocio, es conveniente para el mentiroso seguir mintiendo y para otros ser engañados, aunque aquello tenga claridad de sus nefastas consecuencias.
Conseguir lo deseado no tiene moral, vender un producto no tiene principios, da igual los engaños, lo realmente importante es obtener el jugoso botín, un poco por aquí y otro poco por allá, es validado, porque el fin justifica los medios.
El poder del dinero es imparable, cuan polen para las abejas o el dulce para las hormigas; es en los humanos el billete en las crujientes manos del codicioso, a quien no le importa si destruye un bosque o anula la amistad del ingenuo.
La gran capital es en realidad la gran destrucción, en cada momento se ven los efectos del corrupto que arrienda sus servicios al mejor postor, entregándose como prostituta que facilita su cuerpo al servicio del frívolo arrendatario de la autosatisfacción.
No hay amor, ni empatia en las tratativas del miserablemente enriquecido, disfrutando de los intereses obtenidos en sus oscuras ocupaciones, va jactándose de las opulencias del delito, la vergüenza no existe en el idioma de los indolentes.
De un momento a otro todo lo obtenido no tiene valor, se pierde el condimento, dando pie a lo amargo y lo detestable comienza a manifestar su poder, desbaratando el clan de las mentiras.
Rostros al piso, caras cubiertas, puertas derribadas que abren el camino al verdadero puerto del engaño, no hay nada oculto que algún día no vea la luz de la justicia.
Manos encadenadas que son guiadas al calabozo del infractor, el delito tiene su fruto, todo acto tiene una causa y toda causa tendrá su consecuencia.
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