Lengua Unificadora
¿Qué nos reúne?
¿Quién o qué nos convoca?
¿Cuál es la intención de vincularse?
¿Por qué se generan los lazos?
¿Hermanos o amigos?
¿Hermanos o compadres?
¿Hermanos y amigos?
¿Simpatía o piedad?
¿Buenos momentos o sincera unidad?
¿Grupo social o cuerpo de Cristo?
¿Amor en la verdad o afines carnales?
¿Juntas o fraternidad?
¿Diálogos nutritivos o jornadas deslenguadas?
¿Murmuración o edificación del prójimo?
¿Conversaciones o difamaciones?
Tallas, anécdotas, risas y algo más.
Abrazos, asados y distancias.
Sonrisas fingidas, palabras deshonestas, acción peligrosa que oculta verdades.
Sutileza instantánea, afectos maquillados que adornados ocultan lo frágil del querer.
Lengua ligera, veneno que se expande, corazón permisible que autoriza el latir del mentir.
Sentarse en torno a las siluetas del otro y con una apacible prudencia que vela las manos manchadas de maldad, ocultando las evidencias del mal hacer.
Frágil encanto que lleva consigo la brisa, que aleja de nuestros ojos lo insípido del plato servido, dulce muy dulce, pero cruelmente cocinado es el festín del que murmura sin piedad con la lengua desaliñada e inflada de maldad.
Escandaloso es a los ojos del hipotecario que con creces e intereses destruye la quietud del silencioso habitante de la paz.
No hay fin ni detención en la mala impresión obtenida del impresora del corazón, ojos malos del ser caído; visión nublada de la realidad impresa.
Interroga el que anhela descubrir el mundo interior del confiado, sin temor al acecho, que cae lentamente sin darde cuenta que el agua inundó los íntimos espacios cuidadosamente resguardados.
Un mal endémico es la movilización de la lengua, no conoce de límites, no hay manera de contener su acción, represa no hay suficiente, triple freno no paraliza su desenfrenada indagación.
El té o café invitados de tercer orden, que amenizan lo ridículo que es sentarse en pos de la vida de los otros.
Crezcamos en erradicar lo abominable que es sembrar cizaña en el campo del amor.
Ojos nublados que no ven bien, ¿Cómo decirle lo que hay adelante sin ver bien lo que ahí se encuentra? Bosques oscuros que nos eclipsan, negándonos la hermosura de ver la luz de la bondad.
Sentarse en torno a la mesa rodeada de espejos y verse reflejados en ellos que bueno sería, ¿dónde están las víctimas de nuestros nobles comentarios?
Todos presos de sus malos hábitos, sesiones de impresiones que exageran o disminuyen la veracidad de los hechos.
Que fácil es justificar lo incorrecto de encender la batidora y cortar la dulzura del merengue.
Cuántas veces hemos destruido la imagen de aquellos que nos rodean.
Víctima cruelmente herida, que cae en las desgarradoras mandíbulas de las pirañas, mordidas que destruyen vidas, la sangre expuesta estimula el desenfreno colectivo.
Con la sutileza embaucamos, destreza para tapar lo fraudulento del que enseña una posible preocupación, ¿cómo encontrar luz en un ser que emula las luces? Tiernos comentarios que nada bueno contienen sus maquiavélicos deseos.
Lo agridulce no nos queda bien, dulce o salado, pero ambos no son compatibles en la dicción de nuestras oraciones desmembradas.
¿Quién podrá decir no fui parte del festín?
Culpables o inocentes, el contenido del corazón determinará el veredicto final de las intenciones que fraguaron el hacer de nuestro hablar.
Deshonesta acción, patética invención que trata de ocultarse en medio de la armoniosa verdad, mimetismo que parece parte de la escena natural, quien se detenga a observar la descubrirá, ojos abiertos y oídos atentos que lograrán palpar la dulce veracidad.
Si fuese lucrativo comentar, murmurar o analizar, sería tan fácil convertirse en un multimillonario.
Erramos continuamente involucrándonos en malas conversaciones, donde la maleza irrumpe en la belleza de las praderas y las aguas del manantial son contaminadas por los flujos de la iniquidad.
Si los brazos nos hacen caer, si las piernas nos hacen tropezar, si los ojos nos hacen errar, ¿Dónde quedarán entonces los efectos de la lengua?
Creo absolutamente que si la literalidad fuese hiperliteralidad ¿Quién tendría la lengua en su caminar?
¿Qué abundancia existe en nuestras mentes?
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