Contemplación
¿Qué mira?
¿Cuál es el punto en el cuál se encuentra esa mirada?
Sonrisa en medio del recogimiento, que importante es detenerse para examinar el genuino sentido de comprenderse.
Es realmente una observación o sencillamente es una sonrisa que nace del placer gestado en las dulces brisas del viento que recorren sus cabellos.
Detenidamente se enfocan esos ojos para ejercer el recorrido paciente de la observación, desde ahí la atención es cautivada en la belleza de la contemplación.
Mirar sin pausar, pasar de largo, el interés se escurre de la situación. No hay valor, la llamada de atención es infructuosa en medio del más profundo desinterés.
Observar en las pausas del conocer, el deseo de saber de que trata para aprender. Un ejercicio mayoritariamente intelectual, las cuestiones e interrogantes navegan en el mar de la razón, buscando algún tipo de explicación a las razones del comprender.
Contemplar en el deleite que genera la atracción de disfrutar el todo y sus partes. El tiempo y sus parcelaciones parecieran no importa en el festín emocional. Los afectos se vuelven relevantes cuando el ser se enamorada de la causa que ha prendido los latidos del corazón.
Admirable admiración o el asombro del descubrimiento hallado, ojos bien abiertos, sonrisa que levemente se construye en las delicias de conocerle y comprenderle.
Lente que capta, fijación que registra el momento de la contemplación, donde el encuadre calza perfectamente el hermoso instante de abstracción.
Enfocarse en quien sonríe, porque tal vez ni siquiera está en la pausa de la observación, sencillamente puede ser que sus ojos están cerrados, sus manos aferradas al espacio tiempo que causa tanta admiración.
Mirar, observar y luego dulcemente contemplar.
Que privilegio entonces es poder ver su deslumbrante actuar.
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